A través de la comparación de la
Reproducción Simple y la Reproducción Ampliada, Marx trata de explicar el
proceso de acumulación de la riqueza implícito en el sistema capitalista.
La Reproducción Simple constituye un
sistema capitalista cuyas partes mantienen invariables sus dimensiones y
proporciones con el tiempo. Esto es posible porque en él los capitalistas
reponen año a año el capital gastado, y emplean toda su plusvalían en el
consumo, a la vez que los obreros gastan todo su salario en el consumo. De lo
contrario, se pondría en marcha una lógica de acumulación, o bien de agotamiento
de la existencia de medios de producción.
Pero este modelo ideal de la
Reproducción Simple implica la ausencia de voluntad del capitalista por ampliar
su capital. Sin tal abstracción, el capitalista convertiría la mayor parte de
su plusvalía en capital adicional que le permitiría apropiarse aún más
plusvalía, convirtiéndolo a su vez en capital adicional; y así sucesivamente,
generando acumulación de capital indefinidamente.
Tal sería un proceso de expansión
del valor que tiene su raíz en la posición privilegiada del capitalista, en
tanto que propietario de capital, en una forma particular de organización de la
producción social. La única diferencia entre un capitalista y otro capitalista
es la magnitud del capital que poseen. La fuerza motriz del sistema capitalista
es el interés por aumentar el capital propio. Por otra parte, la capacidad de
acumular depende también de los medios técnicos de producción más avanzados,
pero éstos exigen además un mayor desembolso de capital. Así, la competencia
obliga al capitalista a acrecentar constantemente las cantidades de capital
invertidas en estos medios, pero eso solo se hace posible a partir de la
acumulación progresiva; por lo que quien rechaza la opción de competir corre el
riesgo de perderlo todo.
Pero la otra cara de esta moneda es
que, pese a la predominante urgencia de acumular, y como causa de ella, el
capitalista desea aumentar su consumo, disfrutando así del capital acumulado.
En resumen, el capitalista es portador de dos deseos esenciales: acumular y consumir;
y por lo tanto debe encontrar el equilibrio perfecto a la hora de saciarlos; a
veces absteniéndose de consumir o acumular en la medida en que desearía.
Este último esquema planteado es el
que resultaría de la Reproducción Ampliada, en el que el capitalista no
consumiría toda su plusvalía sino que ésta es dividida en tres partes: la que
consume, la que se agrega al capital constante y la que se suma al capital
variable.
El incremento del capital variable
implica una mayor demanda de fuerza de trabajo. Y cuando aumenta la demanda de
una mercancía, ésta aumenta su valor. Pero la fuerza de trabajo no es una
mercancía ordinaria; en este caso, el mecanismo de equilibrio entre oferta y
demanda está ausente. Como consecuencia del proceso de acumulación, aumenta la
demanda de fuerza de trabajo, pero no puede presuponerse la igualdad entre los
salarios y el valor de la fuerza de trabajo.
Ricardo explicaba que el precio
natural del trabajo es el precio necesario para que los trabajadores puedan
subsistir, y aunque el precio de mercado del trabajo se desvíe de su precio
natural, se da una tendencia a ajustarse a él. Para Ricardo, el mecanismo a
través del cual los salarios permanecen más o menos al nivel convencional de
subsistencia reside en criterios demográficos. Cuando el número de trabajadores
aumenta, los salarios vuelven a bajar a su precio natural. Del mismo modo, los
salarios tienden a subir como resultado de una mayor demanda de obreros. Es así
como se da el equilibrio entre el precio de mercado del trabajo y el precio
natural del mismo.
Ahora bien, los salarios nunca se
elevarán tanto como para poner en peligro la lógica misma del sistema. La
explicación de Marx viene acompañada del concepto del "ejército de reserva
del trabajo", que consiste en aquellos trabajadores desocupados,
desplazados por la maquinaria (introducida por los capitalistas como reacción a
la subida de salarios), que mediante la presión constante que ejercen en el
mercado de trabajo, producen bajadas de salarios. Junto a la elevación de las
tasas de desocupación como resultado del reemplazo de trabajadores por
maquinaria, las crisis económicas garantizan la conservación del ejército de
reserva, frenándo así las alzas de los salarios.
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