El proceso de producción capitalista
supone la producción de mercancías, es un prerrequisito del sistema
capitalista; ello no implica que cualquier forma de producción de mercancías
sea sinónimo de capitalismo. Sweezy establece las principales diferencias entre
la producción simple de mercancías y el modo de producción propio del sistema
capitalista.
En el primer caso, se establecen
relaciones de cambio entre propietarios, que trabajan con sus propios medios de
producción, a partir de las cuales se venden productos con el fin de adquirir
otros productos y así satisfacer necesidades concretas. Por lo tanto, este
proceso comienza con mercancías que se convierten en dinero, y de ahí, en otras
mercancías; esta relación tiene su razón de ser en que las mercancías que se
obtienen al final del proceso son cualitativamente diferentes a las que se
poseían al comienzo del mismo.
En el segundo caso, se da la
existencia de un grupo reducido de propietarios de medios de producción y otro
grupo más extenso de individuos que realizan el trabajo. Aquí, tanto los medios
de producción como la fuerza de trabajo, constituida por este último grupo, funcionan
como mercancías. De este modo, el proceso se inicia con el dinero con el que se
adquieren mercancías (medios de producción y fuerza de trabajo) que dan como
resultado un producto que es una vez más convertido en dinero, siendo éste
mayor que el dinero con el que se comienza. Así, la lógica de tal procedimiento
reside en hacer dinero del propio dinero, y no en satisfacer necesidades. La
diferencia entre ambas cantidades de dinero es a lo que se le denomina
plusvalía, el único motivo de todo este proceso.
Ahora bien, ¿cómo es posible que la
combinación de las mercancías que el capitalista adquiere en el mercado den
como fruto una cantidad de dinero que no se tenía antes de la puesta en marcha
del proceso de producción?¿Surge de la mera circulación de mercancías?
La fuerza de trabajo es la capacidad
de trabajo del obrero; más concretamente es el trabajador mismo. En tanto que
mercancía debe tener un valor, que se determina por el tiempo de trabajo
necesario para la producción; en el caso de la fuerza de trabajo consiste en el
tiempo necesario para la producción de los medios de su propia subsistencia,
sus necesidades naturales básicas. Después de ese tiempo de producción, que
contiene el valor suficiente para sufragar sus propios medios de subsistencia,
el obrero continúa trabajando y por lo tanto agregando valor. Es de esa suma de
la cual el capitalista obtiene la plusvalía.
Por lo tanto, la
jornada de trabajo puede dividirse en dos partes: trabajo necesario y trabajo
excedente; de este ultimo se apropia el capitalista en la forma de plusvalía.
Así, el valor de cualquier mercancía producida puede dividirse en tres partes:
el valor de los materiales y maquinaria usados, que no sufre alteración
cuantitativa en su producción (capital constante), el valor de la fuerza de
trabajo cuya alteración de valor produce un excedente (capital variable), y la
tercera es la plusvalía misma. La magnitud de la tasa de la plusvalía viene
determinada entonces por tres factores diferenciados: la duración de la jornada
de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario, y por último la
productividad. De este modo, la tasa de la plusvalía aumenta al incrementarse
la jornada de trabajo, al rebajarse el salario real, al aumentar la
productividad del trabajo, o bien por la combinación de estos tres factores.
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