Cuba profundiza cambios hacia un socialismo
sustentable
Apertura al cooperativismo en los servicios y la producción
no agrícola, para impulsar el sentido de pertenencia y mejorar la
productividad; nueva ley tributaria, que recupere los impuestos como elemento
económico en una sociedad de la que prácticamente habían desaparecido; reforma
migratoria que -al margen de normalizar el fenómeno de la emigración- ayude a
dar un nuevo valor económico a ésta; o mayores facilidades para la obtención
gratuita de tierras de cultivo, para avanzar hacia la completa soberanía
alimentaria en el país. Son algunos de los elementos nuevos que se añaden a las
primeras reformas económicas introducidas por el Gobierno cubano tras el VI
Congreso del Partido Comunista de Cuba, en el que se aprobó, previa consulta
popular, el programa de Lineamientos de la Política Económica
y Social, es decir, la hoja de ruta de las transformaciones para la
actualización del modelo económico socialista de la Isla.
Recogí esta noticia a través de un ejemplar de
"Cubainformación" del invierno de 2013, que me regaló uno
de mis amigos cubanos. Es conocido por todos que se acercan tiempos de cambio
para Cuba, aunque hay quienes tienen más expectativas que otros de dichas
transformaciones, estando próximo el fin del régimen de la familia Castro.
Aquellos cubanos que se mantienen leales a su Comandante afirman que el
socialismo en Cuba se mantendrá bajo los principios de la Revolución , mientras
que otros viven con esperanza cada una de las renovaciones que el régimen
experimenta. Esta noticia es el reflejo de un paso más hacia la apertura de la
economía cubana, aunque sea un paso corto.
Pese a no haber pisado nunca la isla del Caribe, siento una
especie de nostalgia hacia algo que nunca conocí personalmente, pero que a
través de lo leído, de lo visto en fotografías y documentales, de su música y
sobre todo del brillo de los cubanos que he tenido el placer de conocer, he
desarrollado un amor inmenso, casi irracional, hacia esa tierra con la que
tanto me identifico. En cierto modo, yo que he nacido y crecido en Canarias,
creo poseer una sensibilidad especial hacia el cubano, por su temperamento
cálido, cariñoso y desenfadado. Siento que el archipiélago canario es la Cuba al otro lado del océano,
o viceversa.
Pero por otra parte, atribuyo la alegría y la sencillez de los
cubanos, en parte, como resultado de un sistema social que ha permitido acallar
las voces de la ambición, de la insaciable sed de poseer y de los delirios de
grandeza que caracterizan a las mentes occidentalizadas. A todo aquel que
conozco que ha tenido la oportunidad de viajar a Cuba, le pregunto: ¿Qué tal tu
experiencia en Cuba?¿Qué te parecieron los cubanos? Y la respuesta que recibo
es siempre: "Increíble, fantástico; esa gente pasa mucha necesidad pero
son más felices que nosotros."
Con esto no quiero manifestar mi apoyo a la revolución cubana o
a la figura de Fidel Castro; tan solo dejar caer que intuyo que en cierto modo,
esta forma de ser del cubano y de su sentido del humor ha sido posible por una
coyuntura social y económica que ha impedido brotar la fábrica de deseos y de
necesidades innecesarias propia del mundo capitalista.
Esta noticia que les traigo me suscita la imagen de una Cuba que
va lentamente abriéndose al mundo, y que de hecho necesita hacerlo. Pero por
otro lado, temo por el futuro de la esencia del mundo cubano, de su cultura y
sus costumbres, de su música tradicional y de la humildad de sus gentes.
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